sábado, 22 de octubre de 2011

Sí: salió "EL BOSQUE NO SE VENDE", mi nueva novela para chicos.

Especial para chicos de siete años en adelante.

SINOPSIS:
Estanislao Lucio Pérez Aguirre Lloys, un chico con una vida “cinco estrellas”, viaja con sus padres de vacaciones a la Patagonia.
Pero hay un ladrón en el bosque... y Caperucita, la hija del guardabosques, lo convence para que vayan juntos a atraparlo. ¿Podrán hacerlo ellos solos? ¿Y si no pueden? ¿Y si las únicas capaces de ayudarlos fueran BRUJAS...? Con humor, suspenso y mucho ritmo, Dedé crea una historia que los hechizará para siempre.

Aquí les regalo el primer capítulo:

I

-¡Estanislao Lucio Pérez Aguirre Lloys!

Detesto que me llamen por mi nombre. Mi nombre completo, digo.

Mi mamá me llama así cuando se enoja.

-¡Estanislao Lucio, vení para acá!

Yo estaba re-divertido sacudiendo las esferas de vidrio del gift shop, esas que vienen con muñeco o con paisaje y si las sacudís largan nieve. El gift shop es el local para comprar que hay en los hoteles cinco estrellas. Porque este hotel tiene cinco estrellas, me lo dijo mi papá… aunque yo todavía no se las vi.

-¡Estanislaoooooooo!

Al final tuve que ir. Ya habían terminado de hacer el check-in, que es darle un cheque al hotel para quedarse a dormir. La habitación era linda. En realidad eran dos habitaciones con un living. Y como yo no tengo hermanos me tocó dormir solo, como siempre. Iba a mirar televisión, pero esta vez me pareció más divertido ir a recorrer el hotel mientras mis papás sacaban las cosas de las valijas.

-Pá, ¿puedo ir a recorrer el hotel mientras ustedes sacan las cosas de las valijas?

Me dijo que sí. Yo soy curioso por naturaleza y, aunque los hoteles son casi todos iguales, a veces tienen sorpresas.

Este tenía un ascensor transparente, por ejemplo. Y una sala para jugar a la Wii. También tenía una habitación con billar y un piano de cola, pero a esa parte no me dejaron entrar porque yo tengo diez, y para entrar había que tener más de dieciocho.

Después me bañé, miré un poco de tele, jugué con mi i-fod y bajamos a cenar. Yo me agarré de todo: había una mesa llena de comidas diferentes y podías servirte lo que quisieras.

Cuando empezamos a comer, mi mamá sacó un papel y me dijo:

-Mañana ocho y treinta, desayuno; nueve y quince, salida del hotel; diez y trece, catamarán; once y veintidós, arribo a la isla; once y cuarenta, paseo en aerosilla; doce y treinta y uno, almuerzo; catorce y ocho, excursión por el Bosque de Arrayanes y diecisiete y quince, regreso.

¡Fa! Más que estar de vacaciones, sentí que volvía a la escuela. ¿Habrá sido por eso que me dormí tan temprano?

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